Evangelio: Solemnidad san Pedro y san Pablo
En tiempos en los que todo parece construirse y derrumbarse al ritmo de modas, crisis e ideologías, las palabras de Jesús a Pedro resuenan como un ancla para la fe y la vida: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia».
No es solo una frase. Es un recordatorio de que la Iglesia no se sostiene sobre estrategias humanas ni sobre la autosuficiencia de la cultura moderna, sino sobre la Roca viva, que es Cristo, la piedra angular que muchos desecharon y que sostiene toda la edificación.
Te invitamos a leer y meditar este Comentario del Evangelio, tal como se ha compartido en nuestra parroquia, para redescubrir la profundidad de estas palabras que, aún hoy, nos devuelven al Orden del Amor.
✏️ Comentario del Evangelio
“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. La piedra que nosotros no pusimos, la piedra que nuestra cultura moderna rechazó, porque quería ella poner la primera piedra de un mundo nuevo no edificado por Dios, sino por su racionalidad supuestamente pura, libre de todo prejuicio, libre de toda piedra puesta antes de su obra… La casa edificada sobre roca resiste y sostiene. La casa edificada sobre arena no resiste la fuerza de los elementos desatados contra ella. ¿Es Pedro la primera piedra? ¿Es el fundamento original que todo lo sostiene? No. Bien se nos dijo: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular”. Se refiere a Jesús, desechado por los jefes de los judíos, eliminado como falso mesías, y resucitado por el Padre, reivindicado como el verdadero Mesías e Hijo suyo, Señor y Salvador para nosotros.
Pero Jesús, como siempre hace, nos remite al Padre; por eso, le dice a Pedro: eso que has dicho, reconocerme como Mesías e Hijo de Dios, “no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos”. Ahora sí, ahora estamos ante el origen no originado por nada más anterior a Él: el Padre. Tomemos distancia de una cultura que no se pregunta por el origen o fundamento. Es una cultura a su vez desfondada, que danza en el abismo sin dejarse sostener ni apoyar, que se cree autosuficiente: el hombre la medida de todas las cosas. Hace de su razón y ciencia, el punto de apoyo para levantar el nuevo mundo; hace de la emancipación del padre o de toda tradición, el camino que le conduce a la autoafirmación de sí misma, tantas veces estimulada, por una mera voluntad de poder, voluntad que se convierte en opresora de la vida de otros y la sostenibilidad de la vida.
¡Tan importante es volver al Orden del amor! ¡Tan importante volver al Padre! El Padre no necesita autoafirmarse. Es uno con su Hijo en el Amor que les une. Sabe de amor. Crea y da a luz vida, y vida espiritual, consciente y libre, sólo porque su amor se expande en su criatura humana elevándola a la capacidad de amar. Pero el ser humano, varón o mujer, ha de reconocer que él no es el primero, que la vida es vida recibida, vida que procede del Amor dador de vida, vida que crece y alcanza su plenitud en el amor y la vida que a su vez da, genera, pasa a otros. Evitar el que se malogre esa vida pide respetar el orden del amor que nosotros no hemos puesto. Nos precede. Es Dios. Es Jesucristo. Es su Espíritu Santo en la Iglesia. Y es Pedro quien nos recuerda el origen, que la Iglesia siendo tan humana no encuentra en ella su fundamento, no se sostiene por su organización social, ni por los bienes que posee, ni por la inviolabilidad del pequeño Estado que posee en la colina del Vaticano en Roma. La Iglesia, si conserva su libertad a lo largo de los siglos, libre para servir a Dios y a todos los hombres, no sólo a los suyos, no es por la estrategia de su poder mundano. Sólo Dios puede garantizar su libertad y darle estabilidad como luz para todos los pueblos.
🙏 Volver al fundamento
Que esta reflexión nos ayude a redescubrir que la Iglesia, y cada uno de nosotros, solo encuentra su estabilidad sobre la Roca viva: Cristo.
Te invitamos a compartir este comentario con quienes sabes que necesitan recordar que la fe se construye sobre cimientos que no pusimos nosotros… sino Dios.