Evangelio: XIV Domingo del tiempo ordinario
«La mies es abundante y los obreros pocos…»
Con estas palabras, Jesús envía a sus discípulos de dos en dos a todos los pueblos.
Hoy, esta llamada sigue viva: somos enviados como discípulos misioneros.
Comentario del Evangelio: Manual del “discípulo misionero”
Para esta nueva etapa evangelizadora que nos encomendó el Papa Francisco y continúa con el Papa León XIV, nos estamos sirviendo de una expresión para motivar nuestro ser cristianos: somos llamados por Jesús para ser sus discípulos, a su vez, enviados por Él para la misión de ser sus testigos, y continuar su obra de redención de lo humano. Así pues, discípulos y a la vez enviados (discípulos misioneros). La misión consiste en hacer nuevos discípulos de Jesús, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. De la Palabra de Dios de este domingo XIV del tiempo ordinario C, podemos extraer como un manual del discípulo misionero.
1.- Con Pablo: Enraizados en Cristo Jesús y su misterio pascual. “Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo”.
2.- Con Isaías: La nueva Jerusalén, la nueva ciudad de Dios, ahora reside en la Iglesia, en la comunidad de los “alegres discípulos misioneros”. Alegraos de su alegría, porque el Señor hará derivar hacia ella, como un río, la paz. Como un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, dice el Señor.
3.- Con el evangelio de Lucas: La mies es abundante, dice Jesús, y los obreros son pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Se comienza a ser discípulo misionero con la oración, conciencia clara de que necesitamos la luz y fortaleza del Espíritu Santo, porque la misión supera nuestra capacidad; vais como corderos en medio de lobos, dice Jesús; orad y confiad, os envío yo y no vais solos.
4.- Para la misión de dar a conocer la Buena Noticia (evangelio) del amor de Dios a sus criaturas humanas, no necesitáis cargar con muchas cosas para el camino, más bien os ayudará ir ligeros de equipaje, porque lo que necesitéis lo pediréis, y así demostraréis que nos necesitamos unos a otros y que lo esperáis todo del amor de Dios. Vuestra confianza en las gentes y en Dios os hará hombres y mujeres de paz. No daréis miedo. Si vais desarmados bajarán los otros sus defensas ante vosotros, aunque no os conozcan.
5.- Donde os reciban quedaos con ellos sin prisas. Escuchadlos, y anunciadles que el reino de Dios llegó a su casa porque se abrieron a la acogida. Dadles vuestro tiempo, han de hacer la experiencia del encuentro, la amistad y la bondad, o sea, de la misericordia que Dios ha tenido con ellos.
6.- Donde no os reciban, podríais sacudiros el polvo de vuestras sandalias sobre ellos, pero no es necesario, no sabemos por qué nos rechazan, quizá deban sanar antiguas heridas que no les dejan abrirse a la esperanza. De todos modos, anunciadles que el reino de Dios ha llegado, y eso significa que Dios los ama, también a ellos. Vosotros orad para que Dios les de otra oportunidad y pronto o tarde puedan llegar a conocer que son amados.
7.- La alegría de la misión: “No estéis alegres porque se os sometan los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el Cielo”.
¡Discípulos misioneros hoy!
Que esta reflexión anime a cada uno a ser luz, testimonio y alegría del Evangelio en su entorno.
Compártelo con quienes necesitan recordar que nunca vamos solos: el Señor nos envía y nos sostiene.
Parroquia San Lázaro de Valencia