Lo que Jesús le dijo a la Samaritana… y lo que puede decirte hoy a ti

¿Alguna vez te has sentido fuera de lugar en la Iglesia? ¿Como si tu historia no encajara con lo que crees que debería ser un creyente? Entonces, quizá tengas mucho en común con la mujer samaritana.

1Cuando supo Jesús que habían oído los fariseos que Jesús hacía más discípulos que Juan y que bautizaba 2(aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), 3dejó Judea y partió de nuevo para Galilea. 4Era necesario que él pasara a través de Samaría. 5Llegó Jesús a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; 6allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era hacia la hora sexta. 7Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber». 8Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. 9La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» (porque los judíos no se tratan con los samaritanos). 10Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice “dame de beber”, le pedirías tú, y él te daría agua viva». 11La mujer le dice: «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; 12¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?». 13Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; 14pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna». 15La mujer le dice: «Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla». 16Él le dice: «Anda, llama a tu marido y vuelve». 17La mujer le contesta: «No tengo marido». Jesús le dice: «Tienes razón, que no tienes marido: 18has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad». 19La mujer le dice: «Señor, veo que tú eres un profeta. 20Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén». 21Jesús le dice: «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22Vosotros adoráis a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. 23Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que lo adoren así. 24Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y verdad». 25La mujer le dice: «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo». 26Jesús le dice: «Soy yo, el que habla contigo». 27En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas o de qué le hablas?». 28La mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente: 29«Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será este el Mesías?». 30Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él. 31Mientras tanto sus discípulos le insistían: «Maestro, come». 32Él les dijo: «Yo tengo un alimento que vosotros no conocéis». 33Los discípulos comentaban entre ellos: «¿Le habrá traído alguien de comer?». 34Jesús les dice: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. 35¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; 36el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así, se alegran lo mismo sembrador y segador. 37Con todo, tiene razón el proverbio: uno siembra y otro siega. 38Yo os envié a segar lo que no habéis trabajado. Otros trabajaron y vosotros entrasteis en el fruto de sus trabajos». 39En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer: «Me ha dicho todo lo que he hecho». 40Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. 41Todavía creyeron muchos más por su predicación, 42y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo». 

Juan 4, 1-42

 

¿Qué le dijo Jesús?

“El que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás”
“Dios busca adoradores en espíritu y en verdad”
“Yo soy, el que habla contigo”

Jesús no le lanza reproches. Le revela su sed más profunda: no es de relaciones, ni de religión… sino de sentido, de plenitud, de amor real.


 ¿Y qué puede decirte a ti?

  • Si estás buscando algo que te llene pero nada te basta…
  • Si sientes que tu historia te excluye de Dios…
  • Si crees que tienes que “ordenar tu vida” para acercarte a la fe…

Jesús te dice hoy: “Ven al pozo. Yo te conozco. No te juzgo. Te espero.”


 ¿Y qué puedo responderle hoy?

Te invitamos a escuchar la canción “Samaritana” de la cantautora católica Athenas.
Mientras la escuchas, deja que cada palabra se convierta en una oración. Si alguna frase toca tu corazón, hazla tuya y repítela con sinceridad al Señor.

Tal vez quieras escribirle una carta a Jesús, contándole lo que sientes, lo que te preocupa o lo que agradeces. O quizá prefieras hablarle en silencio, como se habla a un amigo muy cercano.

Recuerda: Él te escucha siempre. No está lejos ni ocupado. Está a tu lado, dispuesto a encontrarse contigo hoy… justo donde estás y tal como eres.


📅 No te pierdas el próximo miércoles: nos adentraremos en otro encuentro inolvidable, el de Jesús con Nicodemo.
Un hombre que buscaba respuestas en la oscuridad… y terminó descubriendo la luz.