La alegría nos pide coherencia de vida: Amaos unos a otros…
A veces, una buena noticia puede despertarnos del letargo, llenarnos de entusiasmo y, al mismo tiempo, llamarnos a caminar con más firmeza. En esta Pascua, el gozo por la llegada del Papa León XIV no solo ha traído esperanza, también nos ha planteado una pregunta profunda: ¿estamos dispuestos a vivir con coherencia lo que creemos? Este comentario no es solo una reflexión sobre la Iglesia universal, sino una invitación a mirar nuestra propia comunidad y nuestro papel en ella. Te animamos a leer con calma estas líneas, dejarte tocar por su mensaje, y descubrir lo que Dios puede estar diciéndote hoy.
Comentario del Evangelio
La alegría nos pide coherencia de vida: Amaos unos a otros…
En esta Pascua, a mitad camino de Pentecostés, acogimos con gratitud al Papa León XIV. Esta alegría nos pide que seamos coherentes. Si el nuevo Papa despierta tantas esperanzas en tantos rincones de la tierra, ahora nos toca a nosotros corresponder al don que nos ha hecho el Espíritu Santo. El Papa no nos puede substituir en nuestras responsabilidades. Cuando Jesús subió a los cielos y los apóstoles miraban hacia arriba, unos ángeles se les cruzaron y les preguntaron: Galileos, ¿Qué hacéis ahí mirando al cielo? El que habéis visto marchar, volverá. Hoy podríamos escuchar: Católicos, ¿qué hacéis ahí mirando hacia Roma? La Iglesia se hace real y viva en cada Iglesia particular, también en nuestra Diócesis de Valencia, en sus parroquias, comunidades y movimientos evangelizadores, presididos por el Obispo con sus cooperadores necesarios lo presbíteros.
Esta reflexión viene a propósito de que muchos de los trabajos y procesos que inició el Papa Francisco han de continuar. Él decía que no venía a dejar las cosas acabadas sino a iniciar procesos. El Papa León nos ha dicho que desea continuar el proceso iniciado de la sinodalidad del Iglesia. Cabe preguntarnos si la sinodalidad, en nuestra diócesis, parroquias y movimientos, ha significado algo más allá de alguna conferencia sobre ella. Algunos católicos se distanciaron mucho de Francisco y habrán descansado con su partida; no eran muchos, pero se hacían notar. La mayoría de los católicos y obispos estaban con el Papa Francisco, le leían, le citaban, pero no todos entendieron qué podía significar para ellos la “conversión pastoral” de las instituciones y estructuras eclesiásticas y sus modos de funcionamiento. Y muchos de los que le aplaudían y decían caerles bien no entraban en una verdadera conversión personal a Dios y a los hermanos.
Estar con el Papa significa que, si él anima a la Iglesia de Cristo a volver al Evangelio, y llama a la conversión pastoral y personal, debemos mostrar nuestro asentimiento y traducirlo en comportamientos más evangélicos. Ahora va a ser León XIV y estamos alegres y agradecidos, pero falta demostrar que lo que él vaya animando o lo que nos vaya pidiendo sea asentido y seguido por todos nosotros. Francisco y León nos incomodarán siempre a las sociedades del bienestar porque como Jesús nos recordarán a aquellos a los que descartamos y los hacemos invisibles, sin casi darnos cuenta. La alegría de hoy, por el Papa, reclama nuestra coherencia evangélica con él.
Oportunamente, la Palabra de Dios de este domingo, nos recuerda el nuevo mandamiento de Jesús: “que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros. Que no quede solo en palabras. Esto nos pide cambios en nuestras vidas.
La alegría de hoy, por el Papa, reclama nuestra coherencia evangélica con él.
La alegría auténtica siempre nos empuja a dar un paso más, a vivir con el corazón más abierto y las manos más disponibles. Este comentario nos recuerda que la comunión con el Papa y con la Iglesia empieza en lo cotidiano, en nuestros gestos, decisiones y relaciones. Te invitamos a releer estas palabras, meditarlas durante la semana y compartirlas con quienes sabes que también buscan vivir una fe más comprometida. No te pierdas el próximo comentario, que seguirá ayudándonos a crecer como comunidad y discípulos. ¡Nos vemos pronto!
