María Magdalena: cuando el amor no termina en la tumba

Hay despedidas que nos parten el alma. Cuando alguien amado se va, sentimos un vacío inmenso… como si todo perdiera sentido. Eso le pasó a María Magdalena. Fue a la tumba de Jesús… y allí encontró mucho más que un cuerpo ausente: encontró al Resucitado.


María llega al sepulcro de madrugada. Está oscuro. La piedra ha sido removida. Corre a avisar a los discípulos. Luego vuelve… sola. Llora. Mira dentro. Ve ángeles. Pero no comprende.

Jesús está allí, pero ella no lo reconoce. Piensa que es el jardinero. Hasta que Él la llama por su nombre: “¡María!”. Entonces sus ojos se abren, su corazón también. Quiere aferrarse, pero Jesús la envía: “Ve y dile a mis hermanos”.

1El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. 2Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». 3Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. 4Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; 5e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. 6Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos 7y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. 8Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. 9Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. 10Los dos discípulos se volvieron a casa. 11Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro 12y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. 13Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». 14Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. 15Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?». Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré». 16Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice: «¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!». 17Jesús le dice: «No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”». 18María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto». 

Juan 20,1-18

¿Qué le dijo Jesús?

“Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”
“María”
“Ve a mis hermanos y diles: subo a mi Padre, que es vuestro Padre”

María Magdalena se convierte en la primera testigo del Resucitado, en la apóstol de los apóstoles. No por saber mucho… sino por amar mucho.


¿Y qué puede decirte a ti?

  • Si estás en un momento de pérdida, duelo o confusión…
  • Si sientes que Jesús “ya no está” donde antes lo encontrabas…
  • Si buscas pero no reconoces respuestas…

Jesús te llama hoy por tu nombre. Él no está ausente. Está vivo. Y te envía como testigo. No necesitas entender todo, solo dejarte encontrar.


¿Y tú?

¿Hay algo que hayas perdido y todavía estás buscando? ¿Te animas a quedarte junto al sepulcro… hasta oír tu nombre?

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Tomás: el que dudó… y terminó creyendo más que nadie.