Creer en Jesús resucitado

Evangelio.
Creer en Jesús resucitado es mucho más que creer que Jesús resucitó. Creer en
Jesús es seguirle, amarle, unirse a su esperanza, que a los pobres les llega la buena
noticia del amor de Dios, y no son los rechazados. Por eso, no nos sorprende el texto de
hoy:
“El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba
suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común. Los apóstoles
daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y se los
miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que
poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a
los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba
(Hch 4,32-35).
La resurrección se vive compartiendo la vida de cada día, creando vida entorno
nuestro, levantándonos a nuestra dignidad de hijos de Dios, y levantando a cada prójimo
a su dignidad de hijo de Dios, mirando al prójimo y tratándolo como un verdadero
hermano nuestro. Este fue el efecto de la resurrección de Jesús entre sus discípulos. Ese
no llamar suyo propio nada de lo que tenían. Hemos crecido; no nos quedemos como
los niños, cuya primera conciencia expresa de sí mismo comienza con la palabra “mío,
mío”, arrebatando el juguete al que compite con él. Triste vida si nos quedamos con el
“mío, mío", unas veces gritando, otras veces matando vida en nuestro entorno.
Antes, el efecto propio de las manifestaciones del Resucitado fue el despertar a
la fe definitiva, aquella fe incipiente que nació en sus discípulos en vida de Jesús. Es
cierto que la condena a muerte de cruz como falso mesías supuso una crisis profunda de
aquella fe incipiente: “nosotros esperábamos que Él fuera el libertador de Israel, pero ya
ves en qué ha quedado todo”. La resurrección de Jesús no quedó en un acontecimiento
privado para Jesús, fue necesario que se diera a conocer en la historia de los hombres,
por eso la Iglesia no ha dejado de considerarlo un acontecimiento histórico, porque se
dio a conocer en la historia de los discípulos y desencadenó la fe definitiva que se
transmitiría de generación en generación. En su resurrección se nos ofrece “la victoria
sobre el mundo”, aunque de momento aún sintamos los golpes del pecado, del mal y de
la muerte. Pero no temáis, “Yo he vencido al mundo” nos dirán las cartas de Juan en el
nuevo testamento.
El relato de la aparición en que ya está el apóstol Tomás, el que dice: “si no veo
en sus manos la señal de los clavos…, no lo creo”, es una perfecta catequesis para los
hombres y mujeres de nuestro tiempo. Jesús nos dice hoy: “Bienaventurados los que
crean sin haber visto”. Signos no os han faltado. Si pedís otras pruebas para
convenceros, no acabaréis de creer en el misterio de Dios revelado. Para creer en la
victoria de su Amor, bastan los signos que os aportan los evangelios y la comunidad de
los creyentes.